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Foto del escritorTatiana psicóloga

El puzzle invisible de los TCA: comprender la lucha interna para florecer

Hoy, 30 de noviembre, es el Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Un día para alzar la voz, para dar visibilidad a los TCA , que no siempre se notan desde fuera, y pueden estar presentes en cuerpos de cualquier tamaño, edad o género. Y aunque desde el exterior parezcan invisibles muchas veces, para quienes los viven son inmensamente reales y dolorosos.



Una chica con TCA que da visibilidad al dolor interno que sufre
Día Internacional de los TCA: dando visibilidad a lo que no se ve.


En el interior de una persona con un TCA se libra una batalla diaria, como un puzzle cuyas piezas parecen no encajar, como si partes esenciales estuvieran desordenadas o incluso faltaran. Este puzzle refleja lo que no se ve: esos aspectos internos que están presentes pero que a menudo quedan ocultos bajo la superficie. Cosas que no se mencionan en voz alta, pero que pesan cada día.


He querido representar en una ilustración el interior de una persona con un TCA como si fuera un puzzle, porque así es como muchas veces se siente la lucha interna: algunas piezas parecen no encajar, otras faltan, y algunas están desordenadas. Cada pieza del puzzle refleja aspectos invisibles pero fundamentales de la realidad de una persona con un TCA.


Estas son algunas de esas piezas que no siempre se ven:

  • Baja autoestima: Una autoestima que se tambalea constantemente, reflejando una profunda vulnerabilidad interna.

  • Inseguridad: Esa sensación persistente de no estar nunca lo suficientemente bien, de no ser suficiente.

  • Pensamientos obsesivos: Círculos interminables de pensamientos repetitivos sobre la comida, el cuerpo o el ejercicio.

  • El peso de la comparación: La carga de compararse con los demás, sintiéndose inferior y en desventaja.

  • Sensación de falta de control: con la comida y en otras áreas de su vida

  • Vergüenza: Vergüenza por sus pensamientos, conductas o incluso por no encajar en los cánones establecidos y en su propio molde ideal.

  • Autoexigencia : La constante imposición de estándares de perfección, sin permitir errores o debilidades.

  • Vacío: Un sentimiento de vacío interno que a menudo se intenta llenar a través de la comida o el control sobre ella.

  • Sentimiento de desconexión: Sentirse desconectada del cuerpo, como si fuera un extraño o una carga.

  • Dolor invisible: Un dolor profundo que no se ve en el exterior, pero que pesa enormemente día a día.

  • Perfeccionismo: La constante presión de alcanzar ideales imposibles y la lucha perpetua contra el “nunca es suficiente”.

  • Ansiedad anticipatoria: Preocupación constante por situaciones sociales relacionadas con la comida o sobre cómo será percibido el cuerpo.

  • Sentirse prisionera de la báscula: Que el número en la báscula determine si el día será "bueno" o "malo".

  • Tristeza oculta tras una sonrisa: Fingir estar bien, mostrando una fachada mientras la lucha interna sigue su curso.

  • Cansancio emocional: El agotamiento de una batalla constante contra los propios pensamientos y sentimientos.

  • Sentir que “nunca es suficiente”: La sensación de insuficiencia que no solo afecta al cuerpo, sino que se extiende a todas las áreas de la vida.

  • El miedo a engordar más fuerte que el amor a vivir: Un miedo que opaca la capacidad de disfrutar y estar presente.

  • Voces internas críticas: Esas voces que insisten en que no eres suficiente, que deberías ser mejor.

  • Falta de energía: El agotamiento físico y emocional derivado de la constante lucha con la alimentación.

  • Culpa constante: La culpa que acompaña tanto las acciones como las omisiones relacionadas con la comida y el cuerpo.

  • Control y ansiedad: La necesidad imperiosa de controlar cada detalle relacionado con la alimentación como un intento de manejar la ansiedad.

  • Distorsión corporal: Ver un reflejo en el espejo que no corresponde a la realidad, una imagen distorsionada que hiere.


Estas piezas del puzzle son la lucha interna de una persona con un TCA, y aunque no siempre se vean, están ahí, formando la base del sufrimiento. Los trastornos de la conducta alimentaria no se limitan al control de la comida o del cuerpo; son una combinación de emociones profundas, inseguridades y voces críticas que resuenan a diario. Lo que no se ve del TCA es tan importante como lo que sí se ve, porque en esos pensamientos y emociones invisibles es donde se encuentra tanto el dolor como el potencial para la sanación.



Sin embargo, hay algo más que quiero resaltar: la posibilidad de florecer. En medio del dolor, la lucha y la sensación de desorden, la recuperación es posible. Cuando una persona con un TCA se siente arropada, acompañada, sostenida —ya sea por su entorno social, por una red terapéutica, o por su familia—, las piezas empiezan a encontrar su lugar. Esa sensación de vacío comienza a llenarse con amor propio, con apoyo, con un trabajo profundo de aceptación.


En mi ilustración, las flores que nacen de la persona representan eso: la capacidad de florecer. Porque sí, aunque el camino sea complejo y lleno de retos, florecer es posible. Pero para lograrlo, necesitamos ser parte del cambio: necesitamos escuchar sin juicio, ofrecer empatía, romper con los estereotipos y reconocer que cada persona merece apoyo y comprensión sin importar el tamaño de su cuerpo o la historia que cargue.


Si estás leyendo esto y tú misma estás atravesando esa lucha, quiero recordarte algo: no estás sola. Tu dolor es real, y tu valía o tu sufrimiento no está determinada por la forma de tu cuerpo. Si conoces a alguien que está pasando por esto, tiende una mano, ofrece tu escucha. La recuperación no sabe de carreras, cada persona tiene su ritmo, y cada pequeño paso cuenta.


Hoy, te invito a ser parte del cambio. Comparte información, escucha sin prejuicios, muestra empatía. Seamos la voz y el apoyo que otras personas necesitan para florecer.

Si este mensaje resuena contigo, si sientes que puede ayudar a alguien, compártelo. Porque juntos podemos ser parte del cambio que tantas personas necesitan.


Con cariño, Tatiana

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