Una buena comunicación familiar puede inducir cambios positivos en la salud de nuestros hijos, en especial si estamos ante un caso de anorexia o bulimia.
Debemos aprender a emplear un lenguaje “racional”, que refleje la situación tal y cómo es, sin dramatismos ni exageraciones. Cuándo damos más énfasis del requerido, conseguimos que la otra persona defienda el extremo opuesto, haciendo imposible la comunicación.
¿Puedo expresar a mi hija una crítica?
Una pregunta habitual de los padres en la consulta es “¿podemos regañarla si hace algo mal?”, “¿Cómo le pedimos que haga o no haga algo?”, “¿la empeorará?”.
Este miedo al empeoramiento conduce a una falta absoluta de límites y de comunicación.
Una chica con TCA tiene problemas con su imagen corporal y su alimentación, pero el resto de su personalidad no tiene porqué estar afectada. Debemos comportarnos con normalidad, como haríamos con otro de nuestros hijos.
Así pues, como con otras personas, en ocasiones necesitaremos expresar nuestra disconformidad y pedir que cambien su forma de comportarse con nosotros.
¿Cuándo es positivo hacer una crítica a nuestra hija?
-Cuando el comportamiento al que nos referimos es algo que puede cambiarse.
Por ejemplo: No podemos pedir que deje de vomitar, puesto que es un síntoma de la enfermedad que desaparecerá con el tratamiento. Pero si podemos pedir que reponga lo que se ha comido en el atracón, o que limpie la taza del inodoro si deja restos.
-Es positivo cuando se expresa de forma serena, sin intención de herir los sentimientos. Con el objetivo final de mejorar el vínculo y la relación.
-Cuando hablamos de una conducta concreta, sin generalizar.
Por ejemplo: No podemos pedir “deja de ser tan egoísta”. Si no podemos concretar en qué acciones vemos que es egoísta, es mejor no expresar la crítica.
Es importante se positivos al expresar el deseo de cambio. Regañar y mostrar lo malo del otro puede conducir a aumentar esas conductas.
Vigilar y castigar aumenta la frecuencia de la conducta negativa.
¿Cómo formulo la crítica de manera asertiva?
1. Evalúa serenamente el problema que te causa el comportamiento de tu hija. Pregúntate si es razonable pedirle que cambie su comportamiento en este tema concreto ( podrás responder afirmativamente si su actuación va en contra de tus derechos, si la daña a ella o a otros, si es una conducta que verdaderamente ella podría cambiar, y si es de verdad importante para ti).
2. Plantea a tu hija que algo te preocupa, detallando exactamente la conducta concreta que lo provoca.
Por ejemplo: “Tengo un problema: cuando voy a desayunar y veo que no queda nada de comida en la despensa…”
No la descalifiques, ni la insultes, aunque ella se muestre reacia a colaborar. No generalices diciendo “siempre me haces igual”.
No hables de sus intenciones “todos te damos igual, lo haces para castigarnos…”.
No añadas temas que se han hablado otras veces. Sólo vas a hablar de una cosa y con un enfoque.
3. Busca y propón una conducta alternativa. Prohibir una conducta sin mostrar otra alternativa produce angustia, que a su vez mantiene en el tiempo e intensifica lo que se desea cambiar.
Si quieres que tu hija no vaya con una determinada persona no debes prohibirlo. Facilita que conozca a nuevas personas, pero sin prohibir la anterior relación. Cuánto más prohíbas más se producirá lo que no deseas.
4. Espera la reacción de ella y escucha de corazón lo que tu hija quiere decir. Es bueno contar hasta 20 antes de volver a hablar. Deja tiempo de reflexión. Comprende su reacción, sea la que sea. Así la siguiente vez podrás avanzar un poquito más lejos y conseguir más conductas saludables.
Termina SIEMPRE agradeciendo que te haya escuchado.
¿Cómo ganarnos el respeto y confianza de nuestra hija?
Nuestros hijos nos necesitan, pero para que nos permitan ayudarles necesitan sentir admiración por nosotros, respeto. Las claves de nuestro comportamiento para lograrlo son:
1. Establecer reglas realistas y claras.
2. Expresar nuestros sentimientos, pues así favorecemos que ellas también lo hagan
3. Admitir nuestros errores. No somos perfectos y nadie como nuestra hija necesita verlo. Si admitimos nuestros defectos ellas aprenderán a hacerlo, y no frustrarse ante la mínima equivocación.
4. Definir con claridad los límites. Ser cercanos y cariñosos no significa no poner límites ni normas. Existen horarios, límites con el dinero, etc. que se deben respetar.
5. Reforzar más veces que criticar. Se deben valorar sus esfuerzos, y no sólo sus logros.
6. Demostrar que confiamos en ella. Si tenemos que hacer una crítica a algún comportamiento lo haremos de forma asertiva, sin generalizar a toda su persona (mirar capítulo de asertividad)
7. Controlar nuestra exigencia e impaciencia.
8. Generar un clima de receptividad y sinceridad ante las diferentes formas de ver la vida.
9. Nunca, nunca, debemos comparar a nuestros hijos. Genera una competición que sólo consigue dañar su autoestima. Cada persona es única, y no tiene porqué parecerse a nadie.
10. Amar sin condiciones. No sólo porque sea buena estudiante. La queremos tal y como es, también con su enfermedad. Pensad que ellas se lo toman como una prueba de amor. Cuando se curan recuerdan siempre quién estuvo ahí a su lado y quién no.
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