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Foto del escritorTatiana psicóloga

¿Cómo ser feliz siendo perfeccionista?

Actualizado: 24 may 2020

El perfeccionismo consiste en un incesante deseo de hacer las cosas mejor, de superar las metas y ser mejores que los demás. Como esto no puede lograrse siempre, el sentimiento que produce es insatisfacción.

El perfeccionismo se compone de fuerza de voluntad, constancia y necesidad de control. Esta es una autoexigencia mal entendida y desmedida. Porque esforzarse buscando la perfección es posible, pero la perfección no lo es.


La perfección es un ideal que nos ilumina el camino, pero no debemos llegar a tocar su luz, porque nos quemaremos. Sólo debemos ir en su búsqueda.


El perfeccionismo no es un rasgo negativo de la personalidad si está en su justa medida. Es un ideal deseable, pues nos impulsa. Pero deja de ser sano cuando en vez de ser un estímulo para vivir es un obstáculo que nos obliga a ponernos metas cada vez más altas e imposibles de saltar, y que nos conduce a la insatisfacción y a la baja autoestima.


Si eres perfeccionista seguramente te sonarán estas características en tu personalidad:


–Pensamiento rígido. Te fijas en los detalles, teniendo problemas en ver la situación global

-Miedo a fallar, al cambio, a la inestabilidad.

-Miedo a tus propias necesidades, por temor a que al satisfacerlas se llegue al descontrol.

-Pensamiento dicotómico. Pasas del blanco al negro, del todo al nada.

-Dificultad para tomar decisiones, porque te cuesta saber cuál es la decisión buena y cuál no. Crees que cometer un error es catastrófico, exagerando sus consecuencias.

– Exceso de autocontrol, que te dificulta actuar de manera espontánea. Tratas de controlar tus conductas, deseos y emociones.

–Elevado sentido del deber. Tus pensamientos y frases se suelen iniciar con “debería…”, “tendría que…”

-Hipervigilancia. Esto conduce a un alto grado de tensión interna que no te permite abandonarte al momento presente. Continuamente te auto-observas, te juzgas y estas muy pendiente de las reacciones de los demás, de lo que crees que piensan de ti.

-Frialdad emocional. De tanto mostrar tu mejor cara (tu máscara), llegas a anestesiarte. Temes tanto el descontrol emocional que congelas lo que sientes. Puede que a veces osciles entre esta frialdad y el descontrol, pasando de un extremo al otro.


Es necesario aprender a soltarte, dejar de intentar controlarlo todo. ¿Cómo?

-Aceptando y escuchando nuestras emociones, sin juzgarlas. Si escuchamos nuestros sentimientos estos no nos desbordarán. De esta manera podremos utilizarlos de forma productiva.

-Desarrollar una actitud compasiva hacia nosotros mismos

-Desbloqueando nuestra rigidez. ¿Qué siento ahora? Esa ha de ser nuestra pregunta más frecuente, en vez de ¿qué esperan de mí ahora?¿qué debería hacer?. Preguntarnos más qué queremos en vez de qué debemos hacer.

-Los errores nos enseñan. Equivocarnos y aprender de nuestros errores es la mejor forma de superación.

-Lo que nos fortalece es tomar nuestras propias decisiones, no hay decisiones “buenas” o “malas”, sino PROPIAS.

-Desarrollando nuestra espontaneidad. Improvisando, siendo creativos.

-Asumir poco a poco las “pérdidas necesarias”: es decir, abandonar los ideales utópicos que nos asfixian y oprimen de lo que no somos o no vamos a ser. Para poder avanzar en la vida de forma más auténtica.

-Apreciando el cambio, viendo el proceso.


Te animo a que incorpores una de estas estrategias esta semana y observes el cambio que produce en tí

Tatiana Muñoz


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