El optimismo es una habilidad que se aprende. El optimista no nace, se hace.
Optimista es aquel que se sabe responsable de lo que le sucede, y se pregunta qué puede hacer él para modificar la situación.Las personas que ven y piensan de forma negativa se sienten impotentes ante el mundo, y esperan que las cosas cambien solas
Ser positivo ante el TCA es tener claro que nuestra hija se curará, pero que para ello debemos preguntarnos cada día si podemos afrontar de otro modo los problemas.
Es enfocarnos en los adelantos, por pequeños que sean. Si ahora nuestra hija se sienta a la mesa, aunque aún no coma prácticamente nada, lo valoraremos y nos sentiremos felices por este pasito caminado. Centrarnos en lo positivo nos evitará desarrollar una depresión o un ataque de ansiedad.
Pensar en positivo es como llevar una luz a la oscuridad. En una habitación oscura si vamos con la luz podemos ver mejor.Ante las adversidades y problemas nuestra mejor arma es el optimismo.
Como decía Winston Churchill “El optimista ve la oportunidad en toda calamidad, mientras que el pesimista ve la calamidad en toda oportunidad”
Si somos pesimistas o negativos nos sentiremos impotentes ante los acontecimientos. Siendo positivos desarrollaremos una sensación de logro, que evita debilitarnos ante las situaciones negativas.
Los padres optimistas consiguen ayudar mejor a una evolución más rápida y una curación más completa en la enfermedad de sus hijas. Esto es debido a que tanto el optimismo como el pesimismo se convierten en “profecías autocumplidas”. Si pensamos en positivo obtendremos objetivos positivos, si tememos tanto que ocurra algo que no dejamos de pensarlo, finalmente nos conduciremos a ello, viniendo el desastre.
Un recurso muy efectivo: Usar afirmaciones positivas
Las afirmaciones son frases positivas que ayudan a mantener en foco el poder y la capacidad de crear lo que se desea. Se expresan en tiempo presente, por ejemplo, “Mi hija está curandose y yo soy feliz”.
Dado que los pensamientos crean la realidad, mientras hacemos afirmaciones positivas comienzan los cambios positivos, porque sembramos la confianza en ello.
Para que sean eficaces debemos emplear palabras que nos resulten familiares y que expresen adecuadamente nuestros deseos. Cuánto más nos creamos nuestras afirmaciones positivas, mejores resultados tendrán.
La mayoría de las afirmaciones comienzan con “Yo… “, por ejemplo, “yo me siento a salvo y tranquila”. Es muy importante repetirlas muchas veces. Así irá reprogramando su mente, para llegar a pensar así y a medida que lo hace crea cambios en su vida que coinciden con esta nueva realidad interior.
Utilice su respiración. Repetiremos la auto-instrucción al inspirar y otra vez al exhalar. Enseña a tu hija este método para que ella también luche contra sus pensamientos negativos.
Ten calma y paciencia, confía en el proceso
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