¿Qué es una crisis de ansiedad o ataque de pánico? Es la aparición más o menos repentina, muchas veces sin motivo aparente, de una sensación de miedo intenso acompañado de un importante malestar corporal y una serie de síntomas que pueden variar entre diferentes personas:
Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
Sudoración.
Temblores o sacudidas
Sensación de ahogo o falta de aliento.
Sensación de atragantarse.
Opresión o malestar torácico.
Nauseas o molestias abdominales.
Inestabilidad, mareo o desmayo.
Sensación de que el mundo de alrededor ha cambiado o es irreal en algún sentido, o de que la persona se encuentra fuera de sí misma.
encuentra como separada de sí misma.
Miedo a perder el control o volverse loco.
Miedo a morir.
Sensación de entumecimiento u hormigueo en diversas partes del cuerpo.
Escalofríos o sofocos.
¿Qué es una crisis durante el sueño?
En algunas personas pudiera ocurrir que durante la noche, mientras duermen, se despierten bruscamente con síntomas corporales similares a los que aparecen durante una crisis de pánico, todo ello acompañado de una gran angustia ante el temor a que algo grave les esté pasando.
¿Qué es la hiperventilación?
La hiperventilación o ventilación pulmonar excesiva suele aparecer cuando la persona nota determinadas dificultades respiratorias, como puede ser la sensación de no poder aspirar suficiente aire por opresión en el pecho. “Tengo dificultades para respirar, casi constantes, y la verdad que es algo que me desorienta mucho. Es como que el aire entra a los pulmones pero no puede ser asimilado, por lo que me agito y tengo que controlar todo el tiempo mi respiración. Me ahogo, aún estando sola, y cuando tengo que hablar, leer o cantar, me falta el aire y me corto en el medio. Pareciera que el acto involuntario de respirar se ha convertido en algo voluntario y al mismo tiempo, cuando quiero hablar con alguien y estoy así, se me corta la voz, me agito y me pongo muy nerviosa por lo que me está pasando. En fin, me genera mucha angustia, me inhabilita y me da miedo que me pase en momentos importantes”.
Se sabe que personas predispuestas pueden desencadenar la propia crisis si fuerzan su respiración de forma voluntaria.
¿Qué es la ansiedad anticipadora? Es un estado secundario tras la presentación de un ataque de pánico y por el que la persona, a pesar de no sufrir un nuevo ataque, vive atemorizada por la posibilidad de que la crisis se repita. Es “miedo al miedo”, que puede ser muy incapacitante y confundirse con un estado de ansiedad generalizada si no se explora la existencia de ataques de pánico previos. El individuo está continuamente pendiente de sus sensaciones corporales, alerta ante posibles señales de aviso que anuncien la inminencia del ataque de pánico. Evidentemente esto genera una importante tensión en las actividades diarias, sometidas a una hipervigilancia continua para evitar verse sorprendido por la crisis.
Recuerda:
Nadie se muere de ansiedad
No significa perder la cabeza o volverse loco (aunque puede ser posible que con el tiempo aparezcan otros trastornos psiquiátricos como la depresión, ansiedad generalizada o abuso y dependencia de tóxicos. Estas situaciones requerirán atención y tratamiento de forma añadida.)
Descartar que estos síntomas no sean debidos a la ingesta de algún tipo de sustancia ansiogénica: cafeína, anfetaminas o a una enfermedad médica (hipertiroidismo por ej.).
Se calcula que entre el 1,5 y el 3,5% de la población puede sufrir este trastorno, aunque se ha descrito que hasta un 9,3 % de la población general puede presentar alguna crisis aislada a lo largo de la vida. Lo más frecuente es que aparezca entre los 20 y los 45 años. Podemos decir entonces que es un trastorno frecuente, sobre todo en el caso de las mujeres que lo presentan 2 a 3 veces más que los varones.
Aceptar que estos síntomas, al igual que los que sentimos tras un susto no tienen por qué ir asociados a una causa médica, es parte importante para su superación.
¿Qué puedo hacer?
1.- Desarrolla la confianza en ti mismo y sus capacidades.
2.-Aumenta la confianza en los demás y en el grado de ayuda que se puede recibir del exterior. Ayuda que no solo vendría del apoyo, aliento y consejos que las personas cercanas pueden brindar, sino del propio hecho de hablar y compartir con los demás, evitando en lo posible la tendencia al aislamiento.
3.- Confianza en los profesionales que le atienden y en su mejor disposición para ayudarle.
4.- Confianza en que el trastorno de angustia no va a deteriorar de forma irreversible su salud corporal o mental y que muy posiblemente mejorará de forma importante.
5.- Confianza en que vas a poder mejorar mucho por ti y que hay muchas cosas que puedes hacer para controlar tu estado.
¿Qué hago si tengo una crisis de angustia?
1.- Reconoce que se trata de una crisis de angustia que ya has tenido en alguna otra ocasión. Como entonces ocurrió, a pesar del mal rato que pasó, no significa que te vaya a ocurrir nada fatal ni sin remedio.
2.- Recuerda que a pesar de parecer “eterna”, la crisis llega a su máximo en escasos minutos. Intente despreocuparse de su duración, aceptando que a pesar de ser un estado muy desagradable va a pasar en unos minutos.
3.- Busca ayuda sin alarmismos.
4.- Intenta relajarte lo más posible, no dirijas tu atención de forma mantenida a los síntomas.
5.- Respira de forma pausada. Recuerda entonces que:
La sensación de falta de aire es más subjetiva que real.
Nadie se ha ahogado en una crisis de angustia. Es imposible. Incluso en el caso de llegar a perder el conocimiento por una respiración forzada, los propios mecanismos reguladores del organismo harán que el ritmo respiratorio vuelva a la normalidad, estabilizando la situación.
¿Cual es la causa de los problemas de ansiedad?
Descartados los problemas físicos, reconocemos entonces que TU CUERPO HABLA POR TI.
Existen conflictos psicológicos subyacentes e inconscientes para la persona. La angustia sería la señal de alarma ante tensiones internas no resueltas.
La ansiedad se produce siempre como consecuencia de dificultades a la hora de adaptarnos a los cambios que se van produciendo en nuestra vida.
El proceso madurativo del ser humano viene marcado por una serie de situaciones de crisis, generalmente originadas en lo que se denominan “sucesos vitales” (circunstancias que ocurren en la vida de una persona, desequilibrando su existencia). Unas serán naturales como la adolescencia o la menopausia, mientras que otras serán accidentales, como una enfermedad o fallecimiento de un ser querido. En estas crisis, el individuo pondrá a prueba sus recursos personales y una vez superada, en la mayoría de los casos, saldrá más fortalecido de ella, favoreciéndose así el proceso madurativo.
También es posible que si la resolución de la crisis no es adecuada, la persona quede marcada de alguna forma para el futuro, debilitándose sus capacidades adaptativas ante nuevas situaciones de tensión, sacando conclusiones “defectuosas”, que determinarán un tipo de respuestas o conductas desproporcionadas o inadecuadas. Sobreestimando el grado de peligro, ya sea interno o externo, así como devaluando sus propias capacidades personales para enfrentarlo.
Además algunas conductas, como por ejemplo la evitación de la situación temida, producen un cierto “placer” secundario (disminución de la tensión) que actuaría entonces como refuerzo de esa conducta, por lo que ésta tiende a perpetuarse automáticamente.
Pero independientemente de la angustia, miremos más allá: los síntomas nos señalan una dirección en la que mirar, algo profundo que comprender.
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