Este post lo escribí para Proyecto Princesas, una maravillosa iniciativa, que como sabéis, tiene el objetivo de aportar información y divulgación veraz sobre los TCA. No lo dudéis y visitad su página www.proyectoprincesas.com
Son muchos los factores que desencadenan un Trastorno de la Conducta Alimentaria, y no siempre son los mismos para todas las personas. Pero para recuperarme de ésta enfermedad sí existe algo imprescindible en todos los casos: grandes dosis de amor propio. Sin amor propio nos mantenemos desconectadas de nuestras auténticas necesidades y emociones, no nos nutrimos afectivamente y dependemos del TCA para llenar ese vacío.
¿Qué es el amor propio?
El amor propio es quererme bien, tener autoestima, es estar a gusto conmigo tal y como soy, aceptar mi cuerpo y mi personalidad. Tengo amor propio cuando soy amable y comprensiva conmigo misma y me trato bien, por dentro y por fuera. Si soy consciente y valoro mis fortalezas a la vez que me permito no ser perfecta, me estoy queriendo. También cuando escucho mis necesidades emocionales y físicas y las atiendo. El amor propio conlleva protegerme y elegir personas amorosas en mi vida, es saber decir que no y poner limites. Es un amor libre de auto boicot y lleno de respeto y confianza.
¿Cómo puedo desarrollar y aumentar mi amor propio?
Podemos aprender a querernos mejor, y curar así las heridas de nuestro corazón. Estos son algunos pasos para ello:
Escucharme, conocerme y ser consciente de mi mundo interno, de mis emociones y pensamientos.
Escucharme es permitirme parar todos los estímulos, dejar el móvil, respirar y observar cómo me siento, qué cosas estoy pensando, llevar mi atención al cuerpo y notar cómo se siente. Quererme es hablarme bien mentalmente, es tener un diálogo interno que me apoya, me anima y me respeta.
El primer paso por lo tanto es observar y detectar qué frases me digo interiormente, en especial cuando las cosas no salen como yo deseaba. En nuestra mente siempre hay diálogos entre diferentes partes de mi misma.
Quizá al poner atención dentro de mi cabeza me de cuenta de que a veces me trato mal, me digo cosas como“qué inútil soy”, “doy asco”…
El siguiente paso amoroso es la aceptación de lo que encuentre en ese diálogo interno, porque si me exijo cambiar ya , sin comprender que mis heridas me han llevado a tratarme así, no estaré tratándome bien. Aceptar no significa mantener una actitud pasiva y seguir igual, sino que es el germen amoroso que nos llevará a un verdadero cambio. Es decirnos, “ ahora me hablo mal, eso no es bueno para mí, y quiero tratarme mejor. Voy a hacer todo lo posible”.
Y uno de esos recursos posibles es añadir afirmaciones positivas internas que compensen los mensajes negativos que me digo. Puedo comenzar diciéndome “Soy importante, merezco amor y cosas buenas”.
Las afirmaciones positivas son mensajes que refuerzan la idea de que está bien ser como somos, que merecemos ser aceptadas y amadas sin tener que ser perfectas. Con estas frases positivas vamos a desinstalar nuestros «virus mentales negativos” y a re-programar nuestra mente con el nuevo software del amor propio. Háblate como si fueras tu mejor amiga.
El amor propio se refleja en la aceptación y el cuidado a nuestro cuerpo. Mi cuerpo no es sólo una talla, es mi gran aliado en la vida. Hemos de dar pequeños y constantes pasos en esa dirección: atender a nuestro cuerpo con una comida saludable que le aporte los nutrientes necesarios y hacer un ejercicio moderado, respetando mis tiempos de descanso y sueño.
El cuerpo es la sede de mis emociones. En él está la brújula interna que me señala si soy coherente con lo que quiero en la vida o no. Sólo si lo trato con amor puedo escucharlo. Cuando aprendo a escuchar mi voz interior y soy coherente con ella, construyo mi propio destino y mi propio criterio. Elijo entonces ser la protagonista de mi vida, escribir el guión de mi propia película, y dejo de ser una marioneta en manos de la cultura, la influencia de las redes sociales , la publicidad o las creencias de mi familia.
El amor propio conlleva poner limites firmes y decir que NO. Cuando me quiero comprendo que es necesario poner limites a aquello que me daña, aunque venga de las personas que aprecio, porque necesito de un espacio personal protegido para florecer.
Ser complacientes con todos puede llevarme a ser agresiva conmigo, porque me robo espacios que necesito para mi misma. Buscar técnicas asertivas puede ser un fabuloso recurso para saber decir NO de la mejor manera, sin sentir que daño a otros y sin sentirme culpable.
Entrenar externamente estos limites me ayuda a ponérselos a esa parte de mi misma enferma (el TCA) que me invade para que haga lo que “ella “quiere (que no coma, vomite) y boicotea mis decisiones.
Me priorizo y tengo momentos para mi. ¿Qué me hace bien? ¿Qué actividades me nutren y me hacen sentir conectada a la vida? Si hacer manualidades me calma y me aporta felicidad voy a darme ese tiempo. Si lo que yo necesito es bailar, me lo voy a respetar.
No exigirme más de lo que puedo. Para tener amor propio hay que mantener a raya el perfeccionismo y la elevada exigencia. Permitirnos ser “humanas imperfectas” que no pueden con todo. En muchas ocasiones tras la perfección está el miedo a ser rechazado o abandonado. Tenemos la idea mágica de que si somos perfectas nadie podrá rechazarnos ni abandonarnos. Buscamos amor en la aprobación de los demás con esa elevada auto-exigencia. Por ello, el antídoto está en ese fuerte amor propio que te permite tener errores. Tú eres tu persona favorita, la más importante. Si tienes tu cariño, puedes arriesgarte a vivir feliz, equivocarte a veces, y encontrar tus propios cánones y valores. No necesitarás adaptarte al ideal cultural o de tu familia. Podrás ser libre para ser quien has venido a ser.
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