¿Sabias que de modo natural la mayor parte de nuestros pensamientos son negativos, críticos y pesimistas? ¿Que ser optimista no es la primera opción para nuestra mente?
Mo Gawdat, en su libro “El algoritmo de la felicidad”nos muestra que solemos ser negativos la mayor parte del tiempo, a esto se le llama entropía psíquica. Es la predisposición natural del cerebro a preocuparse, a tener pensamientos negativos, autocríticos, pesimistas y temerosos.
Según Deepak Chopra podemos llegar a tener unos 35.000 pensamientos negativos al día, debido a un fenómeno llamado “predominio de la negatividad”
El profesor Rick Hanson afirma que “el cerebro es como velcro para las experiencias negativas y como teflón para las positivas”. La amígdala utiliza aproximadamente dos terceras partes de sus neuronas para detectar experiencias negativas, y una vez que el cerebro empieza a buscar malas noticias, las almacena inmediatamente en la memoria a largo plazo, mientras que las emociones positivas tienen que permanecer en nuestra conciencia más de doce segundos para ser transferidas desde la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo.
Nuestro cerebro fue creado para buscar amenazas potenciales, esa es su gran y primitiva labor. No quiere animarnos, o hacernos felices: su único objetivo es protegernos. La mente prioriza la supervivencia a nuestra felicidad, por ello tiende a dar mayor peso a los pensamientos negativos cuando tomamos decisiones, y dedica más recursos a investigar las informaciones negativas.
El cerebro subestima nuestras experiencias positivas, las olvida con mayor frecuencia. Los acontecimientos felices no tienen beneficios para la supervivencia.
Pero somos algo más que eso…claro que para poder ampliar el foco e incluir lo positivo en la ecuación hemos de evolucionar, dar un paso a favor de la conciencia. Mirar con el corazón, no sólo desde la mente
Cada vez que estamos presentes y vemos más allá de lo que nos limita el cerebro damos un paso a la evolución humana. Elegimos la confianza en lugar al miedo.
Pero la ciega obsesión de nuestro cerebro por mantenernos vivos, hace que ignoremos lo obvio: los elementos positivos fluyen constantemente, y son la norma en vez de la excepción. La vida está compuesta casi por completo de cosas positivas que no vemos ni registramos.
La imagen que percibimos del mundo es incompleta porque nuestro cerebro omite una gran parte de verdad.
El mundo nos inunda con estímulos, y si nos dejamos llevar por la parte básica y primitiva de nuestro ser, sólo percibiremos un pequeño porcentaje. La historia que nos cuenta nuestra mente es siempre incompleta. La mayor parte de las veces lo único malo y peligroso de nuestra vida es lo que “nos contamos” sobre ella, la forma en que la miramos y registramos.
Te invito a que pares y observes cómo es el discurso de tu propia mente. ¿Cuántos pensamientos e imágenes criticas observas? ¿Sientes que es real todo lo que te muestra?¿Eres capaz de ampliar el foco y mirar desde tu corazón?
Tatiana Muñoz
Psicóloga
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