Para superar un trastorno de alimentación necesitamos aprender a acudir a las personas en lugar de acudir a nuestra relación con la comida. Por ello la psicoterapia es tan importante: es necesario confiar en otro ser humano, atravesar el miedo a ser juzgado, criticado.
Revivir traumas de la infancia como no ser lo que el terapeuta (mamá) desea, fracasar en la curación o peor aun, curarme.
Existe el miedo a que la terapia no funcione y a que funcione. “¿Cómo será mi vida sin ayunar? ¿O sin vomitar?”
Los TCA en realidad tienen que ver con nuestras relaciones con otras personas. Evitamos la necesidad de sustento humano y lo cambiamos por sustento alimentario.
La alimentación emocional es una protección contra nuestro dolor y nuestra vulnerabilidad. Un trastorno de alimentación busca la invulnerabilidad, ser totalmente autosuficientes de los demás, no necesitar, pero esto queda completamente tapado gracias a los síntomas. Sólo aparece en la superficie cuando la sintomatología disminuye. En esos momentos es habitual escuchar “me siento desnuda, como si cualquier cosa pudiera herirme”
La terapia es un proceso que no consigue resultados o cambios de la noche a la mañana, puesto que es necesario observar y comprender emociones y conductas que llevan allí mucho tiempo.
Es necesario observar formas de pensar y comportamientos, modificar nuestros hábitos y programas mentales, que nos lleven a mostrar nuestro verdadero YO que ha quedado escondido tras todas esas capas de defensas al dolor.
Los trastornos de la alimentación sirven para ocultar los miedos, las vulnerabilidades, los secretos, la sensación de abandono y el temor a la dependencia. La terapia sirve para volver al amor, a la confianza, a fluir con el Universo y poder conectar con nuestro propósito en la vida.
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