Meditar nada tiene que ver con dejar la mente en blanco. Los pensamientos son inevitables, es la naturaleza de la mente.
En realidad la meditación es un entrenamiento para situarnos más allá de la mente y nuestros pensamientos. Es comprobar empíricamente que no somos nuestros pensamientos, que somos algo más. Y cuando aprendemos a situarnos en ese lugar, en la Conciencia Testigo que observa, comienzan a pasar cosas maravillosas que nos facilitan experimentar la vida con mayor felicidad.
¿Qué ocurre con nuestra mente cuando meditamos?
Cuando comenzamos a aquietar nuestra mente durante la meditación suelen aparecer cuatro tipos de pensamientos a nivel consciente.
1.Los pensamientos más superficiales y obvios son las divagaciones de la imaginación.
Se asemejan al ruido de la calle que entra por la ventana si estás intentando tener una conversación interesante con alguien. No puedes evitar ese ruido, y querer que desaparezca hará que centre tu atención en él y lo notes más. En cambio si te centras en la conversación, llegará un momento que no lo notarás.
En la meditación ocurre igual: si te centras en el ancla que hayas elegido para dirigir tu atención, como la respiración, o una palabra centrante o un mantra, las divagaciones de la imaginación irán bajando su intensidad, porque tu foco es otro.
2. Pensamientos que conllevan un atractivo emocional.
Este segundo tipo de pensamientos es cuando, usando el ejemplo anterior, nos interesamos en algo que está sucediendo en la calle. Algo de fuera atrae nuestra curiosidad. Esta es la clase de pensamiento que invita a una reacción.
Los pensamientos toman la forma de algo muy interesante y atractivo. Pero igualmente nos mantenemos firmes en nuestra decisión de volver a estar atentos a nuestra respiración, al chequeo corporal, o al ancla elegida. Nos decimos “vuelve a la respiración….”amorosa y firmemente.
3. Cuando sentimos que hemos entrado en una profunda paz y silencio interior surgen en la mente discernimientos y descubrimientos psicológicos. Es un cebo difícil de renunciar, que nos atrapa con facilidad.
4. Si hemos conseguido atravesar el atractivo de las grandes comprensiones y nos acomodamos en una profunda paz aparecen pensamientos del tipo: Lo que siento es sencillamente maravilloso,” Es increíble la paz que siento”. Es decir, comenzamos a reflexionar sobre lo que estamos experimentando.
Lo que se te está presentando es que elijas entre reflexionar en lo que está sucediendo y dejar pasar la experiencia sin prestarle mucha atención. Si haces esto último, avanzarás a un silencio interior más profundo. Si reflexionas, sales de la experiencia. La reflexión es dar un paso atrás en la experiencia. Es una fotografía de la realidad.
Tan pronto comienzas a reflexionar sobre una experiencia, ésta ha concluido. El reflexionar sobre un gozo es un intento de posesionarse de él, y enseguida se escapa.
La tendencia a reflexionar es una de las cosas más difíciles de manejar en la oración contemplativa. Queremos saborear ese momento de gozo puro, experiencia pura, conciencia pura. Sentimos el deseo de reflexionar sobre los momentos de profunda paz y unión con el fin de recordar cómo llegamos allí y por lo tanto, cómo regresar allí. Pero si eres capaz de dejar ir esta tentación, pasarás a un nuevo nivel de liberación, a un gozo más refinado. (Thomas Keating)
Tatiana Muñoz
Psicóloga y consultora de mindfulness y meditación
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