¿Evitas pensar en comer? ¿No te gusta sentir la sensación de hambre? ¿Te cuesta comer?Es muy probable que tengas miedo al hambre y que no se deba al hambre en si, sino a lo que esto supone, comer. Es algo muy habitual cuando se padece Trastornos de la Conducta Alimentaria, aunque también puede sucederte aunque no padezcas TCA.
Este artículo lo escribí para Proyecto Princesas, con quienes colaboro para divulgar información real sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria, y así dar una visibilidad mayor a esta dura enfermedad.
¿Miedo al hambre?
El hambre es una sensación biológica que nos muestra que necesitamos comida. Es como el piloto rojo del coche que te marca que falta gasolina y debes ir pensando en repostar.
Pero cuando padeces un TCA, esa luz no es un indicador neutro, sino que genera un gran temor verla encendida. Entonces se hace lo posible para arrancar el “piloto de la señal del hambre”, taparlo y bloquear todas sus señales.
La sensación de hambre se vive como una fuente de descontrol.
La enfermedad graba en tu mente la creencia profunda de que la comida es una amenaza, en lugar de ser un elemento de supervivencia y placer. Aunque de manera racional sabes que no es cierto, y quizá conoces a la perfección el funcionamiento del cuerpo y la nutrición, el cerebro emocional ha registrado lo contrario.
Como la prioridad de la enfermedad es controlar, no dejarse llevar por los impulsos y por las urgencias biológicas del hambre, comes o no comes “desde la cabeza”, decidiendo mentalmente cómo será esa comida, qué alimentos te permitirás y su cantidad, en lugar de escuchar a tu cuerpo y a sus señales de hambre y saciedad.
No es que no sientas hambre, claro está, pero se bloquea su sensación con la restricción de comida. Se siente orgullo al ganar al hambre, al no comer, al mantener el auto-sacrificio. Los circuitos de recompensa del cerebro se alteran: esto me hace sentir calma cuando estoy hambrientx, con el estómago vacío, en lugar de cuándo me siento saciadx tras una comida.
Es tan intenso el “miedo al hambre” que la enfermedad te lleva a crear rituales de seguridad para poder comer.
Estos rituales consisten en reglas rígidas y obsesivas, como por ejemplo puede ser tomar los mismos alimentos, con las mismas cantidades cada día de la semana, ir reduciendo las cantidades día tras día… O crear listas de alimentos permitidos y prohibidos.
También puede suceder que en lugar de comer según la necesidad del momento, anticipamos como será todo el día o toda la semana, qué eventos y comidas familiares tendré, para ver si “me puedo permitir comer ahora” o he de restringir para compensar futuras comidas…
Y cuanto más restrinjo, más necesitaré hacerlo. Es como una droga. Cuantas más conductas “de seguridad” realizo para evitar el comer, más miedo al hambre se graba en mí.
Al negar y bloquear el hambre física, el cerebro se obsesiona con lo que el cuerpo quiere y no puede tener. Cuando el cuerpo no come, la mente lo anhela, y se obsesiona. Por eso se llega a pensar en comida a todas horas, en lo que vas a ingerir y en lo que no. Se buscan nuevas recetas, programas de cocina, blogs sobre alimentos y nutrición, preparamos ricos manjares para otros… El inconsciente te hace soñar con comer, con que ingieres lo que está prohibido, sientes que vas a la nevera y que te permites placeres y descontroles… Y esta obsesión con la comida, efecto secundario de la inanición y que desaparece con la recuperación, refuerza más el miedo.
La obsesión nos hace creer que si dejamos de controlar, todos esos deseos y sueños se harán realidad y perderemos las riendas, comiendo sin fin. Pero nada más lejos de la realidad.
De hecho, toda esta sintomatología comienza a cambiar y a reducirse cuando la observamos y somos conscientes de ella. Cuando nos damos cuenta de que hemos dejado nuestro poder en las manos del TCA y decimos “basta ya”. Entonces podemos comenzar la reprogramación mental y ser libres de esta enfermedad.
¿Cómo liberarnos del miedo a comer?
Para abandonar la tiranía del TCA, nos vamos a sentir guerrerxs que dicen “basta ya”, y que cada día ganan al menos una batalla.
Cuando el TCA nos proponga un ritual con la comida, haremos lo contrario. Si la mente dice, “no comas yogurt, no puedes incluir nada nuevo”, nos rebelamos y comemos el yogurt. Si el TCA nos pide seguir un orden para tomar los alimentos, invertimos ese orden. Si nos pide anular un plan social y así evitar comer, escribimos a nuestra amiga en este momento confirmando que vamos.
Cuando hacemos lo contrario a lo que el miedo nos pide, este se hace más pequeño y nos ayuda a alejar e ir venciendo a la enfermedad.
Para que la comida vuelva a relacionarse con algo placentero, en vez de ser algo que temer, podemos emplear las visualizaciones. Nos imaginamos comiendo algo que tememos pero respiramos de forma calmada y relajada, de modo que nuestro cerebro comienza a creer que eso ha sido realidad. Vamos grabando nuevas experiencias emocionales positivas con la comida para reducir el miedo.
Primero cositas sencillas y vamos aumentando su dificultad poco a poco.
La técnica sería así:
Elige un alimento que te cueste comer, pero que sea un objetivo realista.
Primero activamos nuestro sistema nervioso parasimpático (el que nos relaja) realizando 4 respiraciones lentas y completas. Inhalamos por la nariz y exhalamos por la boca.
Traemos a la mente ese alimento que nos cuesta comer. E imaginamos que lo mordemos y masticamos. Sentimos que estamos comiéndolo, aunque nos asuste.
Acompañamos ese momento con la respiración profunda y lenta. Unas diez respiraciones, o hasta que el ritmo cardíaco sea lento y nos encontremos más tranquilxs.
Si nos tensamos el Sistema Nervioso Simpático vuelve a estar muy activo. Entonces seguimos respirando, seguimos con la mente el recorrido de cada inhalación y exhalación, notando como la tripa sube y baja con cada respiración. Así nos anclamos en la respiración y no en los pensamientos de huida.
Cuando la calma vuelva de nuevo, reanudamos el ensayo mental y recreamos la experiencia de terminarnos esa comida. Imaginamos que no tenemos miedo, que nos sentimos en calma, sin sentimientos de culpa ni arrepentimiento.
Sentimos el agradecimiento de nuestro cuerpo por darle lo que antes le prohibíamos.
Podemos repetir esta práctica varias veces con el mismo alimento, o cada vez que vayamos a añadir algo nuevo.
También podemos practicar técnicas de relajación y meditación antes de cada comida para revertir los circuitos de recompensa cerebrales. Por ejemplo podemos respirar cinco minutos de forma lenta contando cada una de las exhalaciones.
Recuerda que no estás solx en esto, y que puede resultarte mas sencillo liberarte del miedo a comer con ayuda de profesionales y familiares. Si crees que para superar este o otros miedos necesitas ayuda, no dudes en pedirla.
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