Practicar mindfulness con nuestros hijos, con los sobrinos o nuestros alumnos es un regalo de por vida. Es mostrarles que tenemos en nuestro interior la llave para generar “momentos mágicos”, ya que gracias a la atención plena podemos transformar nuestra vivencia interna de la situación.
El mindfulness nos da un mapa amable y compasivo con el que vivir. Con sus juegos nos damos cuenta de que no somos nuestra mente, nuestros pensamientos, sino que somos algo más que observa todo ello. Descubrimos que podemos dar al “pause” del mando a distancia de nuestras emociones para gestionar mejor las situaciones.
Los pensamientos son como coches o trenes que pasan por nuestra mente…podemos montarnos en ellos y dar una vuelta o podemos dejarlos pasar. No estamos obligados a viajar en ellos, podemos simplemente observarlos pero decidir caminar… En ocasiones eligiremos subirnos a ese “coche -pensamiento”. Lo importante es aprender a ser libres, y saber que podemos elegir qué realidad interna vivir.
Esos coches-pensamiento nos seguirán visitando, nos guste o no, y los veremos, los notaremos, pero tenemos recursos para no ser “secuestrados” por ellos
Recordar que” no somos nuestros pensamientos” es una valiosa herramienta para permanecer centrados en el momento presente. Aprender a observar nuestros pensamientos, emociones y sensaciones corporales sin que ninguno de ellos nos absorba, es comprender que nuestros pensamientos no son nuestra entera realidad y que solo dominarán nuestra experiencia si se lo permitimos
Cuando experimentamos emociones intensas se pueden activar dos zonas del cerebro: la parte de las emociones, el sistema límbico, situado en la parte trasera del cerebro, o la parte racional, situada en el cortex prefrontal. Lo más curioso es que ambas no pueden activarse a la vez. Por ello, si queremos salir de un “secuestro emocional” hemos de intentar conectar con la parte racional. Y ahí entra en juego el mindfulness, que nos ayuda a enfocar nuestra atención para que se active la zona prefrontal. Es como una linterna que nos hace sentir lo que enfocamos
MOMENTO ARE: En momentos caóticos y estresantes, como cuando vamos tarde al colegio, en las últimas horas del día, con actividades frenéticas podemos recordar las iniciales ARE
A de Atención: no podemos detener el caos, pero podemos usarlo como una llamada a la Atención, a estar presentes
R de Respira conscientemente. Nota como entra y sale el aire
E de Elegir. Al calmarnos tomamos mejores decisiones
La clave del mindfulness está en vivir el presente y en ser consciente de ello. Podemos practicarlo con los niños con un sencillo juego: tres cosas sobre tres cosas
Cuando nuestro hijo está distraído, agobiado o aburrido, podemos traerle al presente al pedirle que nos diga tres cosas sobre tres cosas.
Puede elegir las tres cosas que quiera, por ejemplo, el entorno, un sonido y un pensamiento que esté pasando por su mente en ese momento.
A continuación, le pedimos que diga tres cosas acerca de lo que está percibiendo:
Quizás una pelota de goma ha llamado su atención y puede hablarnos de su tacto, describir su color y contarnos que le recuerda a su primo, a quien le encantan las pelotas que botan.
O quizás ha reparado en que le duele un dedo del pie. Entonces podría contarnos de qué dedo se trata, hasta dónde se extiende el dolor y si es agudo o leve.
Si ha reparado en un pensamiento, puede contarnos en qué consiste, qué le hace sentir y qué otros pensamientos le acompañan.
Nuestro hijo puede elegir algo agradable, desagradable o neutro, interesante o no. Feliz o triste…todo estará bien en este juego de la atención.
Es conveniente transmitirles que la vida es como el tiempo atmosférico: cambia constantemente y no podemos controlarlo. Un día llueve, al día siguiente hace sol, viento…o todo en el mismo día. Lo único que está en nuestra mano es qué hacer con lo que ocurre: puedo salir a pasear con un paraguas si llueve o quedarme en casa, puedo mirar la lluvia por la ventana o enfadarme porque no puedo jugar al futbol.
Puedo elegir mi actitud y también aprender a esperar y observar. Si observo la lluvia, en algún momento parará. También pasa eso con nuestra “lluvia interna”
Un juego mindfulness es hacer el parte meteorológico personal
Con él los niños (y los adultos) pueden percibir las propias experiencias internas cambiantes, darse cuenta de que suceda lo que suceda (lluvia, sol, viento, nieve) no durará para siempre, y el simple hecho de observar nos ayuda a tomar distancia con lo que me está pasando
El parte meteorológico podemos hacerlo cada día a la vuelta del colegio, o por las noches. Les ayudamos a observar como es su estado meteorológico interno :¿es soleado y tranquilo? ¿Lluvioso? ¿Tempestuoso? ¿Con tornados?…Y cómo se sienten con ese estado interno
Los fines de semana podemos hacer paseos conscientes o “paseos a ninguna parte”.
El objetivo es caminar y darnos cuenta de que caminamos, observar lo que nos vamos encontrando por el camino. Estaremos atentos a los sonidos, a la rugosidad del suelo, a la temperatura, los olores, el paisaje…
Para ello eliminaremos cualquier otro objetivo práctico: no caminamos para hacer ejercicio, ni para ir a la tienda, o para llegar a cualquier parte
Estaremos presentes, atentos a nuestra respiración mientras caminamos con los niños. Escuchando lo que dicen, sin corregir.
Desarrollar la amabilidad y el agradecimiento es importante para vivir con atención plena.
Por eso te propongo que cada uno de los miembros de la casa tenga su propio frasco de la felicidad. Cada día, escribirás en un papel algo que te hizo feliz, y lo meterás en tu frasco. Al cabo de los meses podrás ver lo maravillosa que es tu vida, la de cosas que te hicieron feliz y sentirte agradecido por ello
Espero que alguna de estas propuestas te sean de ayuda
Tatiana Muñoz
Psicóloga
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